domingo, 31 de julio de 2011

Francisca Lohier Tricot

Francoise Lohier Tricot
Cofundadora
1894 – 1920



Nació el 24 de Enero de 1839 en Bretaña, Francia, de un hogar cristiano, de donde también salió un sacerdote.

Bretaña al norte de Francia, es una región histórica, comprende la península que se extiende hasta el océano Atlántico entre el canal de la Mancha, al norte, y el golfo de Vizcaya, al sur. Rennes es la capital administrativa de la región.

Bretaña es una de las regiones francesas que más se beneficia de su mayor longitud de costas. Tiene un clima templado, sobre todo a lo largo del litoral, con débiles diferencias de temperaturas entre el verano y el invierno. El viento de noroeste domina el norte. Las lluvias de regular y alta intensidad son frecuentes. En una misma jornada, es normal que se alternen los claros y cielo cubierto, la vegetación es abundante. La economía de Bretaña se inclina hacia la agricultura y las industrias agroalimentarias, el turismo estival en el litoral y algunos centros industriales y tecnológicos avanzados.
Esta tierra de tanta promisión y fuerza vio nacer a Francoise Lohier y su espíritu estuvo impregnado de la fuerza de la naturaleza y de la luz del sol que entibia las aguas del mar que juegan con las piedras rocosas de las orillas o con las blancas arenas de las playas bretonas, como el agua y el sol de su tierra conservó una pasión constante por la libertad y la verdad, que hizo brillar su personalidad de decisiones concretas, prontas y firmes.

Desde joven se sintió atraída por el Señor, y aunque su vida de fe la llevaba a vivir como una buena cristiana practicante, siempre había una interrogante en su corazón que no tenía respuesta concreta. En Marsella conoce a las hermanas de María Inmaculada, las frecuenta, y en la búsqueda de respuesta a las preguntas que tiene su corazón solicita hacer la experiencia en la comunidad de Toulouse para hacer un serio discernimiento vocacional.

El 9 de enero de 1867 llega Francoise a Toulouse y es acogida por la comunidad. Durante el tiempo de experiencia demostró su empeño en el trabajo y su servicio generoso y pronto; su franqueza, sinceridad y apertura le valieron para ser solicitada rápidamente en muchas tareas de la joven comunidad, tareas que fueron siendo cada día más grandes, las cuales fue asumiendo con responsabilidad y prolijidad.

Francoise llega a la Comunidad en el momento en que el mar de las contradicciones vive la noche más difícil de la tormenta; pero la llamada del Señor había tocado su corazón y la quiere en su barca elegida. Ella no se amilana y siente la fuerza del Espíritu Santo para hacerse a la mar; ni las mareas ni la noche cerrada le hará perder de vista que quien conduce la barca es el mismo Jesucristo.

El 24 de mayo de 1869 fue la vestición del hábito, tenía 30 años cuando decide unirse al proyecto de Eduviges Portalet, después de hacer su discernimiento en la comunidad de Toulouse, se abandona totalmente a la Voluntad de Dios.

El 3 de octubre de 1869 acompaña a Madre fundadora, es testigo excepcional y cofundadora de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción.

El 9 de octubre de 1869 pronunció sus primeros votos de pobreza, castidad y obediencia para unirse en esta familia religiosa y para hacerse predicadora de la Verdad y portadora de la luz de Cristo.

Participó de todos los proyectos de la naciente comunidad, orando desde el alba fervorosamente, dejando a los pies del Sagrario todos los asuntos diarios, su fe le decía que nadie mejor que el Maestro para conducir la tarea. Celebró jubilosa todas las luces y los pequeños triunfos de las hermanas, de los niños del instituto y supo mantenerse de pie y acompañar a la Madre fundadora y a las hermanas en los momentos de la prueba y de las noches sin luz. Nadie mejor que ella para velar en oración y saber esperar; nadie mejor que ella para escuchar y expresar una opinión, idea o consejo; nadie mejor que ella para callar, hacer silencio, e impetrar las respuestas de Dios para madre Eduviges y para la comunidad; nadie mejor que ella para conocer el corazón de la madre, para saber de sus afanes, hacer eco de sus proyectos, de sus sueños, de su cruz; nadie mejor hermana, amiga y confidente; el buen Padre Dios sabe sin duda colocar bien las piezas y en el lugar correcto en el ajedrez de la vida.

El 1º de abril de 1877 se conmemoraba jubilosamente la Pascua de Resurrección, con la alegría de Cristo vencedor de las tinieblas, luz sin ocaso, la comunidad recibe la aprobación de las Reglas de la Congregación por el Arzobispo de Toulouse, monseñor Florián Deprez.

El 21 de mayo de 1877 hace su profesión perpetua, recibe de manos del Arzobispo los votos que le unirán al Esposo Divino, hasta la muerte, alianza con aquél que mueve todos los hilos de la historia para que se desarrolle su proyecto divino de amor.

Trabajó incansablemente junto a Madre Eduviges en la realización del proyecto de la Casa Madre, primer local propio de la Congregación, en la calle Montplaisir 13, el calendario señalaba el 24 de noviembre de 1870 como el día de la bendición del nuevo hogar, donde funcionaron un taller para jóvenes ciegas y una escuela para niñas videntes.

El 8 de diciembre del 1884 estuvo presente en la singularísima ocasión de nuestra afiliación a la Orden de Predicadores, tomando como nombre propio, Congregación Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción. A lo largo de sus años de vida contó a sus hermanas estas experiencias que afirmaron nuestra identidad como religiosas y como dominicas. Conoció muy de cerca al Padre Jacinto María Cormier, como consejero, amigo y benefactor, escribiendo con su puño y letra de este santo varón, “Desde este día consideramos al Padre Cormier como nuestro fundador” (FL)

Su caridad solicita y su fervor, su tarea generosa y su servicio pronto, su piedad concreta y su constancia, fueron virtudes que hicieron propicia su elección como Maestra de Novicias. La tarea del apostolado requiere de fuerza física pero sobre todo de empuje espiritual, pero la formación de las almas que necesitan discernir el llamado a la santidad que Dios hace a sus vidas, resulta una tarea de alta envergadura espiritual, Francoise poseía estas virtudes, por eso dirigió a tantos corazones jóvenes que Jesús llamaba a su mies en esta Casa dominicana.

El 21 de mayo de 1887 con el voto unánime de la comunidad fue elegida Madre Eduviges, canónicamente Superiora General y Madre Francoise, Asistente General de la Congregación de acuerdo al ceremonial aprobado para tal efecto.

En 1889 ve partir junto a Madre Eduviges a cinco de las hermanas con el blanco sayal dominico; surcando las aguas del Atlántico van hacia América confiadas en la Providencia y con la bendición de su fundadora y la socia del proyecto. Al mirar el horizonte, la inmensidad del mar, devolvía a la mente de Francoise Lohier las imágenes de sus hermanas pasando por el Canal de Panamá, y llegando a las aguas mas serenas del mar del Pacífico para desembarcar en el Puerto de Guayaquil – Ecuador. Invocó en su corazón, haciendo eco de la oración de Madre fundadora la protección de la Virgen de Lourdes para ellas y para la nueva misión. El espíritu misionero de estas dos mujeres las hizo confiar totalmente en la Providencia Divina y en la capacidad de amar y de servir de sus cinco hermanas, cinco misioneras para llevar el Evangelio y la Verdad a tierras latinoamericanas.

En agosto de 1894, la Casa Madre y el Noviciado se trasladan temporalmente a Mazères

al local del Colegio Apostólico de los Padres Dominicos. Regresaron a la Casa Madre de Toulouse el 13 de Octubre de 1896. La resolución fue tomada después de las acerbas pruebas sufridas en Toulouse. Itinerancia dolorosa. “Cuando se sufre, la esperanza esconde las espinas del futuro, y nos da valor para afrontar las dificultades del presente” (Françoise Lohier.)

El 4 de agosto de 1884 toda la comunidad empieza a usar el hábito dominicano blanco y negro; eran como un blanco ejército de azucenas abrazadas a la cruz, que les recuerda que hay que vencer la tinieblas, arrinconando la oscuridad con la luz de la verdad, y con la fuerza del amor.

La Casa Madre de Toulouse volvió a manos de la Congregación en octubre de 1899, gracias a las gestiones de Madre Françoise Lohier.

La vida de la comunidad continuó con su oración fervorosa, vida litúrgica y en sus afanes apostólicos.

El amanecer del 16 de noviembre de 1894 fue un día de combate para toda la familia religiosa, la salud deteriorada de nuestra querida madre fundadora por tantos afanes, reclamaba abrazarse al Padre de los cielos. Este fue el día de su partida para adquirir la ciudadanía sin fin; desde la eternidad donde su nombre está escrito, le seria aún más útil a su familia Dominica. Así lo entendió Francisca en su fe, aunque su corazón quedó en silencio y sin palabras ante este devenir.

Madre Francoise Lohier continuó escribiendo el cuaderno Memoria de Madre fundadora, donde ella escribía para su familia religiosa la historia de nuestra familia; ella mejor que nadie pudo continuar esta historia por que le tocó ver, vivir, y compartir los orígenes y los inicio de nuestra familia religiosa. Sus escritos revelan su extraordinaria personalidad, la fuerza de sus convicciones y la tenacidad para lograr sus ideales. Fue una socia perfecta en el proyecto de Madre fundadora.

El 20 de diciembre en Mazéres, de 1894 la comunidad reunida en pleno, presidida por el Obispo de Pamiers elige a Madre Françoise Lohier como primera sucesora de Madre Eduviges Portalet como Priora General de la Congregación. Nadie como ella estaba llamada a continuar la obra que fundaron donde trabajaron y lucharon juntas para edificarla, levantando la blanca bandera sin mancha de María Inmaculada.

Madre Francoise aprueba la iniciativa de las hermanas del Ecuador para hacer una fundación en Trujillo el año 1898. Este sería el sarmiento vigoroso de una nueva Provincia bajo el patrocinio de la Rosa más grande de América, Santa Rosa de Lima.

Considerando la situación anticlericalista de Francia, en previsión de ser expulsadas y para extender el reino de Dios funda con la anuncia de su Consejo, en 1905 una Casa para ciegas en San Sebastián – España.

El 27 de agosto de 1906 es reelegida por tercera vez Priora General, con la presencia del Maestro de la Orden Jacinto María Cormier. Se solicita la dispensa respectiva a Roma la que es aceptada.

Se erige oficialmente las casas de Ecuador en Provincia. En este mismo Capítulo se hace una nueva revisión de las Constituciones, que son sometidas a la revisión del Padre Cormier y después a la Sagrada Congregación de Religiosos.

Envía las Constituciones en idioma francés ala Provincia del Ecuador en el año 1907.

Recibe durante su Priorato la aprobación definitiva de la Congregación el 15 de setiembre de 1910, concedida por el Papa Pío X.

Animó a sus hermanas a vivir una vida religiosa en contemplación y acción, las animaba con la palabra y el ejemplo. Su oración y su palabra escrita llegaban a sus hermanas del Ecuador y del Perú, para que sigan construyendo el edificio de la Congregación tal como lo deseaba nuestra Fundadora.

Dirigió los destinos de nuestra familia religiosa hasta el Capítulo General de 1920, donde fue elegida la Madre Marié du Sacré Coeur Monnier como tercera generala de la Congregación

Después de ardua y fecunda tarea apostólica parte a la mansión celestial el 16 de abril de 1925 en Pompignan, a los ochentaisiete años de vida y cincuentiséis años de vida religiosa.





martes, 28 de junio de 2011

Eduviges Portalet Couturier

Eduviges Portalet
Sierva de Dios



Dios sigue tocando el corazón, sigue llamando discípulos, sigue invitando con el Ven y sígueme, a hombres y mujeres para el anuncio del reino, este tiempo no es la excepción. Invita con corazón libérrimo, según su amor, a los bautizados quienes justificados por la fe y por el bautismo han sido hechos hijos de Dios, quienes participan de la naturaleza divina y son santificados, no por sus obras sino por gracia divina.

Dios mira con particularidad a algunos, los elige para seguir más de cerca a Jesucristo pobre, casto y obediente, para configurarse con él y dar testimonio del reino. El Divino Espíritu llamó a Eduviges Portalet, en pobreza, castidad y obediencia, encendió en su corazón el fuego de su amor para predicar la Verdad y portar la luz, de manera preferente a los cegados por las tinieblas del mundo.

La Iglesia guiada por la luz del Espíritu Santo, nos presenta modelos de santidad, hombres y mujeres que se distinguen por sus virtudes y por su exquisita caridad, quienes son modelos de fe cristiana para que sean venerados e invocados y para que los fieles cristianos, contemplando la vida de quienes con fidelidad han seguido a Cristo, Camino, Verdad y Vida, nos animemos a buscar la Ciudad de la luz sin final, y viviendo nuestra vocación particular, alcancemos la santidad que es la perfecta e íntima unión con Cristo.

La causa de beatificación de la Sierva de Dios Eduviges Portalet, religiosa francesa, Fundadora de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción fue introducida en Roma en mayo del 2010, por la heroicidad de sus las virtudes cristianas, por la santidad que proclamamos sus hijas Dominicas y todos aquellos que tuvieron la gracia de conocerla.

Su vida fue tallada en el día a día, en su pasión por Jesucristo en la Eucaristía y su pasión por la humanidad carente de luz física, quienes olvidados de la sociedad vivían en oscuridades no solo físicas, sino de fe, de atención, de educación, de amor. La llamamos mujer de luz por que ella transparentó la luz verdadera que es Cristo, y cual vidrio limpio pasó la luz de la verdad a sus pobres ciegos de Toulouse.



viernes, 24 de junio de 2011

CARISMA

Carisma


En los inicios del tercer milenio es muy bueno hablar de carismas. Y si nuestro objetivo es el de despertar, vivir y custodiar el carisma, conviene saber bien lo que este término significa o quiere significar. Necesitamos tener nociones claras sobre este concepto si vamos a centrar la vida y la identidad consagrada en él.

Por carisma siempre se ha entendido el término paulino de “gracia especial” mediante el cual los fieles quedan "preparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir la Iglesia" (LG 12).

Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo.

Un carisma por tanto es una gracia especial que el Espíritu Santo dona para el bien de la Iglesia. No existe clasificación de carismas y hay de diversos tipos. Pero los elementos esenciales que los conforman serán siempre los dos siguientes: provienen del Espíritu Santo y se dan para la edificación de la Iglesia.

De esta definición parten tres grandes aplicaciones que conviene conocer para evitar confusiones en el momento de estudiar los carismas dentro de la vida consagrada: el concepto de carisma en cuanto tal, la concepción de la vida consagrada como un carisma para la Iglesia y el carisma específico de cada Instituto o congregación religiosa.

Un carisma no está necesariamente ligado a la fundación de una congregación religiosa. Se dan casos de hombres y mujeres que poseen un carisma especial para la predicación, para aconsejar a las personas, para conocer y transmitir a Dios, pero que no necesariamente hayan fundado una congregación religiosa. Por otro lado, la misma vida consagrada se entiende como un don del Espíritu para el bien de la Iglesia: “La vida consagrada, enraizada profundamente en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor, es un don de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu. Es necesario releer lo que el Magisterio de la Iglesia ha escrito acerca del carisma.

Si bien el término carisma no aparece en los documentos del Concilio Vaticano II, todo apuntaba a su desarrollo posterior, ya que en el debate que precedió a la redacción de la Constitución dogmática Lumen gentium y del Decreto Perfectae caritatis, puede observarse que se maneja ya el carácter carismático de la vida consagrada. Huella que abriría las posibilidades para una futura investigación y que ha dado como resultado una vasta literatura, fruto del desarrollo de la Teología de la vida consagrada, en donde se desarrolla ampliamente el término carisma, bajo diversas acepciones.

El término carisma se menciona por primera vez en un documento en la Exhortación apostólica Evangelica testificatio: “Sólo de esta manera podéis vosotros dirigir nuevamente los corazones a la verdad y al amor divino, según el carisma de vuestros fundadores, suscitados por Dios en la Iglesia”.

A partir de este documento el magisterio asume la terminología paulina de carisma con diversas acepciones: carisma de la vida religiosa, carisma del fundador, carisma fundacional, carisma del Instituto, carisma originario, carisma institucional, carisma de una familia religiosa.

El documento Mutuae relationes define por primera vez el carisma: “El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. nunt. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne. Por eso la Iglesia defiende y sostiene la índole propia de los diversos Institutos religiosos (LG 44).

La índole propia lleva además consigo, un estilo particular de santificación y apostolado que va creando una tradición típica cuyos elementos objetivos pueden ser fácilmente individuados. Es necesario por lo mismo que en las actuales circunstancias de evolución cultural y de renovación eclesial, la identidad de cada Instituto sea asegurada de tal manera que pueda evitarse el peligro de la imprecisión con que los religiosos sin tener suficientemente en cuenta el modo de actuar propio de su índole, se insertan en la vida de la Iglesia de manera vaga y ambigua. De esta definición partirán y harán referencia muchos estudios y documentos posteriores del Magisterio. Refiriéndose a la contemplación, el documento lo mencionará como un carisma especial: “Los que son llamados a la vida específicamente contemplativa son reconocidos como uno de los tesoros más valiosos de la Iglesia. Gracias a un carisma especial, han elegido la mejor parte, la de la oración, el silencio, la contemplación, el amor exclusivo de Dios y la dedicación total a su servicio...”

El carisma, como don del Espíritu, se refleja también en obras concretas, en las obras del Instituto. Por ello un apostolado, una obra puesta en pie por una Congregación no es indiferente para el carisma, como lo consigna el Magisterio: “Existe la tentación de abandonar obras estables, genuina expresión del carisma del instituto, por otras que parecen más eficaces frente a las necesidades sociales, pero que dicen menos con la identidad del instituto”.

También se señala la importancia del carisma para la formación de las personas consagradas, como si fuera un mapa para no perderse en la formación, la configuración con Cristo se va realizando en conformidad con el carisma y normas del instituto al que el religioso pertenece. Cada instituto tiene su propio espíritu, carácter, finalidad y tradición y es conformándose con ellos, como los religiosos crecen en su unión con Cristo.

Encontramos que el carisma particular de cada Instituto y la vida consagrada son una sola cosa: “No existe concretamente una vida religiosa «en sí» a la que se incorpora, como un añadido subsidiario, el fin específico y el carisma particular de cada instituto. El carisma de cada Congregación forma parte de la vida consagrada. Y este mismo documento considera que el carisma debe formar parte integrante de la formación de la persona consagrada. El programa de estudios debe contener la teología bíblica, dogmática, espiritual y pastoral y, en particular, la profundización doctrinal de la vida consagrada y del carisma del instituto.

La vida fraterna en comunidad encuentra también en el carisma su razón de ser: Vivir en comunidad es, en realidad, vivir todos juntos la voluntad de Dios, según el don carismático, que el Fundador ha recibido de Dios y ha transmitido a sus continuadores. El documento Vida fraterna en comunidad, dedicará todo un número, el 70, a hablar sobre la posibilidad de compartir el carisma con los laicos.

Las responsabilidades de las personas consagradas para con el carisma, es una responsabilidad primaria respecto de la propia identidad. El carisma de los fundadores la experiencia del Espíritu es transmitida a los propios discípulos para ser vivida, custodiada, profundizada y constantemente desarrollada en sintonía con el Cuerpo de Cristo en perenne crecimiento. Se le confía a cada instituto como patrimonio original en beneficio de toda la Iglesia cultivar la propia identidad en la «fidelidad creativa» significa, hacer confluir, en la vida y en la misión del pueblo de Dios, dones y experiencias que la enriquecen y, al mismo tiempo, evitar que los religiosos se inserten en la vida de la Iglesia de un modo vago y ambiguo.

Tras las huellas de Eduviges Portalet


En el inicio del tercer milenio vio la luz el libro "De las tinieblas a tu luz admirable" fruto de la misma vena espiritual y del dedicado trabajo de las hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción: Inmaculada Hervée, Annick Dupuis, ex generalas de la Congregación; Melanie Díaz Alemán, Consejera General de la Provincia Santa Rosa del Perú, y María Eugenia Valdivieso Eguiguren, notable religiosa, de finísimo espíritu dominicano de la Provincia santo Domingo del Ecuador.

Este libro es una radiografía de la pluma y del corazón de la fundadora y marca una nueva etapa, de mayor profundidad, para descubrir a Eduviges Portalet, más cercana, más hermana, más madre y conocer rasgos concretos de su vida y de su personalidad que nos hablan de su proyecto, de sus ideales, de su espiritualidad, de su sueños, de su santidad; de aquélla mujer que encarnada en su tiempo y en una historia real, supo dar una respuesta concreta al llamado extraordinario de ser luz para aquellos que viven en la oscuridad, oscuridades de la fe, de la gracia, de la autoestima, de la educación, de la cultura y para anunciarles al Señor de la vida que es la luz de mundo y el sol sin ocaso, que viene a redimir todas las oscuridades.
Mientras nuestros ojos físicos releen algunos párrafos o textos de las memorias de Eduviges Portalet, intentaremos descubrir algunos rasgos o huellas de su vida para descubrir su pasión por Jesucristo y su pasión por la humanidad sin luz, aquello que la movió para vivir con radicalidad el Evangelio.

UN GRAN PROYECTO DE SANTIDAD

El sagrario fue siempre el punto de partida, el motor que generó la energía, la luz y la fuerza para todo el proyecto de Eduviges. Allí al pie de esa casita donde mora el mismo Dios, en los largos tiempos, en la dinámica constante y bilateral de diálogo y silencio, está la suave aurora de la familia religiosa de las Dominicas de la Inmaculada Concepción. Allí Eduviges aprendió la pedagogía del escuchar, del predicar, del silencio, la pedagogía del amar. Y para graduarse en estos temas de anclaje fue necesario, arrodillar siempre el corazón, hacer de la asignatura de la humildad un libro de cabecera, tener la constante de abrazarse a la cruz, todos los días y hacer del servicio el estilo y la bandera cotidiana.

"Cuando todos los que nos honraron con su presencia se despidieron, nos quedamos solas ante el sagrario. ¡Qué momentos tan deliciosos! Las tres hermanas estábamos arrodilladas juntas. Sentíamos que nuestra casa había cambiado de aspecto”. (DLT Pág. 55)

El tabernáculo fue central en su vida, ocupó un tiempo, un espacio y una motivación especial, siempre. En la cotidianidad la presencia Eucarística no tuvo nunca la nota de la rutina, siempre conservó la frescura de la novedad, de la creatividad, de la jerarquía del valor más alto de la persona real que vive en la casa religiosa bajo la apariencia sencilla de un pan, pero con toda su divinidad y poder, donde sólo una cuota muy grande de amor y fe nos hace ver con ojos claros la verdad. Y como el amor está hecho de las cosas pequeñas y de los detalles sencillos y prontos especialmente, fue siempre prolija en dar el primer lugar al Huésped Divino, en arreglar presurosa la Casita del Rey que todo lo torna en amor y luz, aquél que trae la esperanza y la alegría.

"Nos dimos prisa para que la capilla estuviera lista. Nuestra soledad estará poblada. Una casa sin el sagrario, está helada, está vacía". (DLT Pág.156)

En el momento de las pruebas y de la cruz, acude al Sagrario, porque tiene la certeza que allí encontrará el verdadero consuelo y la cura del corazón herido, que puede sucumbir al resentimiento o a la tentación egoísta de pensar sólo primera persona. Mirando al Dios real que se quedó en el Sagrario, encuentra al Dios que dio la vida por los hermanos. “Nadie tiene amor más grande que aquél que da su vida por los amigos”. (Jn 14, 13). Unirnos al proyecto salvífico del Señor nos hace partícipes del gran proyecto para toda la humanidad y este proyecto siempre pasa por la cruz.

En la entrevista con el Arzobispo para pedir la aprobación de la Regla, fue tratada con dureza, humillada y despedida: “saliendo de la curia, entre en la Catedral de San Esteban. Mis lágrimas corrieron silenciosas a los pies del Divino Prisionero del amor. Allí tome valor, y pensé que el camino de las humillaciones, es el mejor medio para que el Señor bendiga una obra. Cuando llegué a casa para compartir con la comunidad ya estaba tranquila”. (DLT Pág. 120)

El Señor Jesús en la presencia real eucarística, como prisionero del amor, se queda allí, majestuoso pero en silencio, en escucha y perfecta atención para los que acudan a ese manantial, a beber del agua que calma la sed. Y cuando se hace cotidiana la presencia de Eduviges en el tabernáculo, ella encuentra allí la fortaleza, la luz, el consuelo…y en sintonía con el amado Divino, de las dudas, nacen las certezas, de las tinieblas la luz, de las preguntas las respuestas, de las humillaciones las alegrías. Antes de dormir sellaba con un beso en el crucifijo todas las tormentas dejadas en el Sagrario.

“Es una constante en Eduviges recibir una prueba, una humillación, un silencio glacial, una tempestad de palabras, recibirlo de rodillas. Y cuando se levanta se retira de puntillas, despacito, como para no confundir el ruido de sus pasos con el laberinto de la tormenta, su camino es la oración: entra en una Iglesia, o se arrodilla ante el crucifijo; pero sobre todo busca un sagrario. Allí está su fuerza… aunque se trunquen sus planes y se hagan trizas sus proyectos no se derrumba el alma”. (DLT Pág. 123)

Es una mujer de oración, de oración constante, de oración confiada, abandonada siempre a la providencia. La mujer del diálogo, de la apertura al Señor de la historia, mujer de la palabra y de la escucha, del oído atento y de la escucha atenta. Mujer de la oración en la prueba, en el momento de la dificultad y de la cruz.

“¿Cómo exponer mi decisión? Oré con mucho fervor, esperando que el buen Dios me daría fuerzas para actuar y ánimo para soportar las consecuencias de esta decisión”. (DLT Pág. 69).

En la toma de decisiones, en el proceso mediante el cual se realiza una elección entre las alternativas o formas para resolver diferentes situaciones, Eduviges dobla las rodillas y el corazón al pie del tabernáculo para aguzar el oído y escuchar la voluntad de Dios. Allí aprende también a escuchar y a poner en la dinámica a toda la comunidad para tomar decisiones, y siempre lo hace con serenidad. La serenidad es aceptación y confianza, tranquilidad y fe, tanto en uno mismo como en las circunstancias que nos rodean que han ocurrido, ocurren y ocurrirán. Aceptación es: valoración, agradecimiento, comprensión de que lo que ocurre cuando es producto de largos momentos de escucha al Señor.

“Primero, largas horas al pie del Sagrario, tampoco lo hacía sola, analiza y consulta con su asistenta madre Francisca y luego se une a la comunidad y todas oran. No se precipita. Procede con calma”. (DLT Pág. 146)

Para una nueva fundación se siente urgida por las necesidades que ve, por lo que percibe su corazón como un llamado fuerte para continuar la voluntad del que la creó. Consecuentemente, para el establecimiento u origen de algo pone en el corazón de sus hermanas estas urgencias.

“Las hermanas asignadas a la fundación de Saintes y toda la comunidad, hacen un retiro antes de partir a su destino. (DLT Pág. 150)

En 1894 viajó con la comunidad a Fanjeaux donde se abrió una escuela y un taller. Recibieron el convento de Santo Domingo con todo su mobiliario.

“...se habían preparado con un retiro para este emotivo encuentro”. (Pág. 223)

“El padre Román celebró la santa Misa, a las cuatro de la mañana. Era la despedida, asistió toda la comunidad”. Partida al Ecuador. (Pág. 212).

LA COMUNIDAD, SU FAMILIA

Fuimos creados para vivir en comunidad, en familia y el creador es en esencia comunidad divina, crea al hombre y a toda persona humana con el sello de comunidad, el tinte propio de familia…no fue creado para vivir solo, sino para realizarse en familia.

La comunidad es un estilo muy suyo, muy propio, de Eduviges quien tenía en sus fibras más intimas la vocación comunitaria, la comunidad es su familia, el íntimo ejército de comunes sueños, proyectos e ideales.

Como constructora de la comunidad es “detallista y le pone el acento personal a todo. Muy centrada en las personas, escribir el nombre de cada hermana, la identifica con sus cualidades y con sus "lados débiles". Las describe en sus Memorias que revelan cuánto las conoce”. (Pág. 115)

“El amor toma en Eduviges diferentes formas a veces la palabra llena de sabiduría, en ocasiones la tolerancia y el perdón; en otras la justicia y siempre la esperanza. (Pág. 116).

Confía en las hermanas. La confianza es una actitud que concierne al futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción del otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse, es el cheque en blanco dado a la hermana.

“Domingo de Ramos de 1877, esperan la visita del Señor Arzobispo. Será el punto de partida para la aprobación de la Congregación. Será el punto de partida para la aprobación de la congregación. Se tiene nerviosismo y una tensa expectativa.

Eduviges atenta a todo y a todas, pone un toque de serenidad con una mirada y su sonrisa, signo inalterable de paz. Mientras tanto, ella mismo confiesa en sus Memorias: “por dentro mi corazón latía con violencia, como si fuera a estallar”. (Pág. 129)

La confianza no nos separa de la realidad, nos hace mirar hacia adelante con las plantas de los pies puestas en tierra concreta. Se vive el hoy, el presente, siendo conscientes del ayer o del pasado y mirando con esperanza, sin miedo al futuro. Aceptar las limitaciones propias y del otro es la actitud de comprensión que nace de la tolerancia y sobre todo del amor. Aceptar que la infidelidad toca las puertas de nuestros apegos y de las tentaciones y que producen dolor, exigen una reflexión y el precio de un morir punzante.

“la comunidad nace, crece y vive en cada vocación. La comunidad muere en cada miembro que se va. "la infidelidad, dice, es otra manera de morir". Y para ella, es este el dolor más punzante”. (Pág. 138)

“Se empeña en "formar comunidad". Huye del aislamiento. Persiste hasta el heroísmo por re-unir, superando las barreras que le salen al paso como montañas de egoísmo. Es que lleva dentro el germen de un carisma alimentado por el perdón, la caridad, el encuentro, el servicio, el amor”. (DLT Pág. 190)

En asuntos de envergadura, no obra sola. Consulta a la comunidad. Para el proyecto de extenderse hacia América. Pág. 209
El hábito dominicano, blanco y negro siempre estuvo cercano a Eduviges. Toulouse es tierra de fuerte toque dominicano. La Congregación nace en el corazón de estos colores dominicanos. No es solo la tradición o los colores, es sintonizar con la espiritualidad de Domingo, predicar el Evangelio a aquéllos que mueren en la fría noche de la oscuridad y que tienen ansia de la luz sin ocaso, el calor de la misericordia y de la Palabra que te dice, ve y camina, ve y predica. La Afiliación a la Orden de Predicadores, se concretizó el año 1884.

“Quince años de trabajo, ha puesto todo el valor de su fe tenaz, todo el detalle de su ser femenino, toda la entrega de su ser femenino toda la entrega de su el amor de su corazón consagrado, para dar solidez a la espiritualidad de su pequeña y amada Familia Religiosa". (Pág. 179)

Cuando se trata de defender el bien de la comunidad, lo hace con valentía y entereza y sin acciones dubitativas. Defiende la verdad y la justicia con la fuerza de los sin miedo y afronta el precio de no tranzar con el bien común o el bien de los más olvidados. Tal es el caso de su presencia ante el Arzobispo de Toulouse para desmentir falsas acusaciones. Ama la verdad y defiende la verdad y es abanderada de la justicia e iza estas banderas sin temores ni concesiones.
"Fui con respeto y calma y proteste por las falsas acusaciones. Parece que la Verdad posee un tono particular que persuade" (Pág. 121)

Ante los conflictos por las intrigas de una hermana con referencias carentes de toda verdad y con acusaciones duras que fueron tomadas al pie de la letra por las autoridades mayores de Marsella, Eduviges conserva la serenidad, busca las alternativas de solución, pero después de hacer las gestiones que iluminen con la verdad, queda el paz y en calma, nada la perturba, pues sabe que el Señor sabe todo, todo lo conoce.

“Escribí para justificarme, dice. No recibí respuesta. Dios era testigo de mi inocencia y eso me bastaba. En adelante guardé silencio”. (Pág.75)

En el día a día de la comunidad las hermanas comparten las vivencias, las alegrías, sufrimientos, trabajos, logros, incertidumbres con Eduviges quien con oído y corazón de madre les escucha y comparte todas estas experiencias con una gran filosofía de sencillez. Ella sabe que en la sucesión de los minutos, de la tarea y del amor a Dios y a los hermanas se construye el edificio de la comunidad para construir la comunidad del amor que se afinca en la humanidad. Ella tiene muy claro la necesidad de formar y defender la comunidad y su vida donde se fragua la santidad de cada una de las hermanas y del pueblo.

“Cada hermana prometió trabajar por la perfección del edificio común, la Congregación”. Es la tónica de sus exhortaciones, de sus cartas, de su ejemplo: “Construir juntas el edificio común, que es la comunidad”. (Pág. 132)

Pensar siempre en segunda y en tercera persona antes que en primera persona es propio de un estilo de vida que nace de colocarse siempre a los pies de su Dios en el Sagrario y en el servicio. De este ejercicio que llevó a la práctica diaria, se graduó en la finura y el trato con sus hermanas y con los pobres, en nota siempre de exquisita caridad.

Los detalles fraternos como compensación por su sacrificio, otorgarles el privilegio de ser las primeras en vestir el hábito dominicano, (aún antes que la madre fundadora) Pág. 212

Como animadora de la vida comunitaria no cesaba a tiempo y a destiempo, como el apóstol, de invitar a sus hermanas a captar "la hora de Dios". La hora de Dios implica a hundir nuestras raíces y corazón en el Dios uno y trino para ser hombre y mujeres de fe, esperanza y caridad. Sin fe coherente y fuerte, sin esperanza creciente y gozosa y sin una caridad viva y real es difícil saber leer la hora de Dios.

“Dios tiene su hora, no tenemos derecho a adelantarnos a ella; mucho menos a escudriñar sus designios”. (Pág. 220)

Atenta al crecimiento y desarrollo de la obra busca los recursos espirituales y materiales para incrementar la obra apostólica y responder a la llamada de Dios a su corazón. Es un testimonio de trabajo, de esfuerzo y de valor, trabaja poniendo la cuota de esfuerzo personal, ora, adora, conversa, dialoga, pide, hace esfuerzos, busca recursos. Sabe combinar la dimensión espiritual con la creatividad material, más allá del “que dirán” y de los tabúes humanos, para superar dificultades económicas y de toda índole, por ejemplo en la fundación de Saintes y Fanjeaux, hace tentativas, busca recursos, empréstitos apoyos, caminos.

“Volvió a escribir a la señora de Thézac proponiéndole que compre una casa perteneciente a una comunidad religiosa que se retiraba…” DLT 147

Cuando la obra educativa, la misión de la comunidad está en incertidumbres por las situaciones políticas del gobierno, por los tiempos difíciles que se vive, aprovecha para reforzar la tarea pedagógica con sus hermanas, no desaprovecha ningún momento, hace de cada tiempo una oportunidad para seguir desarrollando a su familia religiosa.

“Aprovechó para profundizar pedagógicamente comunitariamente, para puntualizar los valores escondidos en el silencio, en la intimidad conventual, lejos del ruido de afuera: oración, trabajo manual, estudio”. (Pág. 221).

Eduviges es la mujer de la misericordia. La misericordia es una actitud bondadosa de compasión hacia otro, es la actitud de comprensión del ofendido hacia el ofensor o del más afortunado hacia el más desposeído. Es la compasión por los que sufren, que impulsa a ayudarles a ser benévolo con el otro.

"Eran hondas las entrañas de su misericordia". Esa misericordia que entra en comunión con el misterio de las personas y de las circunstancias. Que supera la óptica demasiado estrecha de la norma precisa de la justicia, y que sabe percibir, aunque este deformada, la imagen de Dios en el ser humano. Su mirada benévola, no era indecisión ni cobardía; era una mirada de largo alcance, porque era misericordiosa. (Pág. 256)

La corrección fraterna, no es un juicio, es una observación, un consejo de profundo amor y delicadeza, un deseo verdadero de salvar al hermano, buscando que esta se transforme en delicada fraternidad, donde este presente el amor para oír y comprender. Cuando Eduviges corrige se muestra caritativa pero firme.

“Era como una tempestad, como un viento impetuoso. Pero su corazón pronto recobraba su natural bondad y sabia aplicar el bálsamo, allí donde su deber le había forzado a provocar una herida”. (Pág. 256)

La formación es la tarea pedagógica que directa o indirectamente hará posible el desarrollo de la persona, de las instituciones y de la sociedad en general. Las acciones concretas como el diálogo, la explicación del por qué de las cosas, las conductas solidarias y positivas, la convivencia, los valores, la práctica de los buenos hábitos y el ejercicio de las virtudes son pautas que hacen a la construcción de la persona humana.

Una de las mayores preocupaciones de Eduviges la formación de las hermanas. Lo hacia ella misma en exhortaciones constantes, según Francisca Lohier "su palabra era tan sabia como la de los mejores predicadores".

Buscaba la ayuda de Padres, de notoria preparación y calidad espiritual, (P. Boucanier SJ., P. Maugenest OP, P.Rossini OP., Canónigos como: De Pons, Massol, Andrieu). Varias hermanas estudiaron una carrera sistemática del magisterio. (Pág. 171)

La magnanimidad o grandeza de alma, se aplica a las grandes personas. El magnánimo es el que se siente digno de las cosas más grandes y un corazón conforme a la virtud. Un corazón magnánimo supone siempre lo grande, como la belleza, el bien y la verdad.

Despedir a una hermana le cuesta. "Siento el corazón desgarrado y oprimido". Es más inclinada a la magnanimidad y a la misericordia; pero también cuida de no traicionar la verdad y en bien común. (Pág. 115)

Como fundadora y priora General, Eduviges Portalet escribió a sus hermanas que estaban lejos. Era una manera de acercarse a cada una, un recurso para establecer una maternal sintonía con sus hijas. (Pág. 219)

Guardo especiales sentimientos de afecto para las hermanas de afecto para las de la Provincia del Ecuador. Algunos rasgos de su nota epistolar dice:

Crezcan Hermanas, crezcan... que sus ramas cobijen muchas vidas, sin olvidar que son semilla pequeña.

Nuestro carisma nació con el sello de lo insignificante, en las noches calladas de la ceguera ....

Era la semilla, que mientras más se oculta, más engendra.

Es en la sencillez donde está la grandeza.

Cuanto más crezcan, dense más ...Es la perenne siembra... (Pág. 219)

LA MUJER FUERTE

La pobreza es uno de los consejos evangélicos del mismo Jesucristo, el siendo rico se hizo pobre, nació en un pesebre para decirle al mundo que la riqueza está en el corazón del hombre. Desposeída de todo lo material, Eduviges es una mujer pobre totalmente y se abandonó totalmente a la Providencia.

Carente de recursos Eduviges empezó de cero en una ciudad desconocida. Apoyada en la Providencia Divina y gracias a su gran capacidad de relación humana, establece contactos con la iglesia, con las autoridades, con la gente. Trabajadora, ejecutiva, valiente, se va abriendo caminos hasta consolidar su obra. La solidaridad comunitaria es su fuerza; la sencillez y humildad son sus cartas de recomendación.
No dejó que el desengaño, la dejadez ni el pesimismo invadan el ámbito comunitario, siempre animosa optimista y alegre, infundía en sus hermanas valor y esperanza. (Pág. 220)
Eduviges reconociendo la bondad de Dios se goza y relata en sus Memorias el crecimiento y el progreso de la Congregación. Sabe que Dios es puro amor y que la ama inconmensurablemente.

Pero -según dice Francisca Lohier- "no habla de su abnegación, de sus privaciones, de su dedicación sin límites a la obra. Ni siquiera se puede imaginar las invenciones de su caridad para con sus queridos ciegos. Una madre no hubiera hecho más". (Pág. 60)

La entereza y tenacidad de la personalidad de Eduviges, le daban firmeza a su ternura, fuerza a su sencillez, fortaleza a su simplicidad. La tenacidad es renombrar las actitudes y formas de actuar y virtudes con la firmeza y la constancia para obtener un resultado final.
Nada le vence: con el mismo entusiasmo se la encuentra en la cocina o en la ropería remendando ropa, como organizando el instituto, buscando planos para la construcción de la Casa Madre; dedicada a la instrucción y formación de las religiosas "a quienes hablaba, con más elocuencia que muchos sacerdotes." (F. L.)

Gracias a su valiente decisión logró mover las fuerzas vivas de la ciudad metropolitana de Toulouse.

No es conformista. Busca mejorar el ambiente y la calidad de la obra apostólica. Si el local queda estrechó, busca otro: Casa de Nazareth. (Pág. 125)

Providencialmente, un desconocido le entrega el dinero necesario para la compra de un terreno donde construirá la casa Madre. (Pág. 126).

Amplia la obra apostólica: Instituto de ciegos, Taller para obreras ciegas, Escuela para niñas videntes. Apoya y estimula los afanes de la hermana Procuradora, a la que llama "la madre abeja". (Pág. 128)

Muchos planes en los que emprende Eduviges Portalet llevan el sello del éxito; pero en otros, llega también la prueba, la contradicción. "las fundaciones no se hacen sin dolor". (Pág. 146)

El optimismo y el valor no desaparecieron del corazón de M.E. Habiendo templado su ánimo en tantas y tan duras contrariedades de la vida, mantuvo siempre en alto la esperanza y estaba constantemente alerta a las insinuaciones de Dios. (Pág. 209)

EN MANOS DE LA DIVINA PROVIDENCIA

Eduviges es una mujer despojada de todo bien material y no material, nada para ella, todo para sus hermanas y para sus ciegos. Todo tiene un valor grande: una ropa usada pero limpia, zurcida pero sin arrugas; un viejo molino que se convierte en un hogar acogedor; la salita sencilla convertido en el palacio del rey soberano, Eucaristía y milagro. Y como es el rey, ponerle las primicias del jardín. Vivir sin apegos, el corazón posesionado sólo por Dios. Soporta serenamente la incomodidad: casas estrechas, cuartos húmedos sin puertas ni ventanas, escasez de abrigo en invierno, comida frugal. Una vida bajo las reglas de la más estricta economía. Pero su ánimo, siempre es feliz.

“La santa pobreza era nuestra compañera inseparable”.

En Saintes y en Toulouse, la comunidad, como hacen los pobres, se ayudaba con precario y modesto trabajo de costura. La pobre hermana ecónoma no dormía. Pero Eduviges, jamás desconfiaba de la divina providencia. (Pág. 171)

"La divina providencia vela por nosotras con amor maternal y atiende amorosamente nuestras necesidades. Cuando yo mas desolada me encontraba, porque todo faltaba y nada había, algún visitante, muchas veces incógnito, golpeaba la puerta para socorrernos". (Pág. 260)




viernes, 20 de mayo de 2011

Eduviges Portalet Hoy


EDUVIGES PORTALET
Eduviges Portalet y las Dominicas...hoy

Las hermanas DIC somos religiosas consagradas a Dios, que seguimos a Jesús, pobre, casto y obediente y vivimos en comunidad, llamadas a predicar la Verdad y portar la luz de Cristo, para aquéllos privados de la luz de la fe, la cultura y la Educación.
La fe de Eduviges.
La fe es siempre respuesta a la iniciativa de Dios. Eduviges recibió la llamada y fue pronta en la respuesta generosa.
La fe no es solo una manera de comprender la realidad sino y, sobre todo implica un compromiso de acción y de vida. Eduviges se sintió interpelada por la realidad y su respuesta fue compromiso radical con los carentes de luz.
La fe no tiene un ámbito privado y personal, mas bien es esencialmente comunitaria, social pues busca el bien común y tiene en cuenta la dignidad de todo ser. El corazón de Eduviges fue ensanchado por el fuego del Espíritu Santo y tocado por el grito de sus hermanos necesitados de luz, especialmente por los niños y los jóvenes en oscuridad.
La fe no es estática sino dinámica e histórica. Todo el ser de Eduviges se dejó mover por la fuerza del Espíritu, de esa fuerza que viene de lo alto, de la oración confiada y perseverante; de arrodillar sin tregua el corazón ante la santa Eucaristía todos los días.
La fe de la consagrada es siempre cristocéntrica, su centro está en Jesucristo, con amor apasionado le busca, le conoce le experimenta íntimamente, especialmente en el evangelio, en el sagrario y en la cruz. Este amor apasionado por Cristo le hace amar todo lo que Él ama apasionadamente: a todos los hombres sin distinción y tiene celo por la salvación de toda la humanidad
Eduviges Hoy:
La Iglesia y el mundo tienen necesidad de mujeres que quieran vivir radicalmente el proyecto de la fraternidad, como Domingo y Eduviges quienes con entrañas de misericordia, adheridos al corazón del Padre y con los ojos abiertos, viven apasionados por la humanidad. Queremos mantener una espiritualidad de ojos abiertos a la realidad que nos rodea.
Eduviges Portalet fue una apasionada por su Señor y por los carentes de luz. Entendió que el proyecto de Dios se expresa concretamente en los hermanos, en los que quieren liberarse de las sombras y ansían la luz. Fue una mística en acción. Buscaba a los ciegos en las buhardillas de Toulouse, los rescataba de la oscuridad, los cargaba en sus brazos, con delicadeza pero con paso firme y los llevaba a su casa, les daba comida, vestido, una sonrisa, mucho amor. Zurcía con esmero las ropas usadas para dar abrigo a sus niños, ropa con olor a limpio, acariciada por el calor de una plancha, por sus manos y su corazón. Su convicción: Amar a Dios y amar a los hermanos y darlo todo, no guardarse nada.
Mujer Contemplativa:
Todos los afanes y la búsqueda de Eduviges estaban abrazados totalmente a Dios... allí nace su pasión por la humanidad. Sus largas horas junto al Sagrario, en intimidad con aquél de quien se sabe amada, dejando el corazón en el corazón ardiente del que es amor, el amor con mayúscula. Adorar a su Dios era su gozo y encontraba todas las respuestas en el tabernáculo. Tanto amor y confianza en Jesús Eucaristía, que deseaba para su familia religiosa la adoración perpetua. Sin dejar de adorarle entendió que su Señor quería, también, ser reconocido real y misteriosamente, en cada hombre, en cada mujer, en cada niño que es imagen auténtica del mismo Dios, sobre todos de aquéllos que privados de la luz, se sienten privados de sentirse hijos de Dios.
El empuje apostólico de Eduviges no está en su liderazgo y las riquezas de su personalidad sino en su oración, en los largos tiempos de rodillas junto al sagrario, en la contemplación del Amado Divino. El secreto de la fecundidad de su familia religiosa está enraizada en adorar al Señor, con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas, y al prójimo, como a uno mismo. Es el secreto también de nuestra fecundidad apostólica.
La pasión por el Reino:
Los carismas de los fundadores se han entendido como un don para la familia religiosa que han formado. Hoy, desde una visión eclesial nueva, los carismas se conciben como un don para la Iglesia. La espiritualidad y la misión de Eduviges no es exclusiva de las hermanas, sino que se abre a todas aquellas personas, hombres y mujeres, que quieren plasmar en su vida la espiritualidad de la luz: mostrar la Luz a aquellos que carecen de cultura, de fe, de educación.
Refundar la herencia:
Eduviges nos dejó una herencia. No basta conservarla. Hay que actualizarla y refundar continuamente la Congregación para dar las respuestas al mundo de hoy. Refundar es reorientar efectivamente la Congregación en la línea e intenciones que tuvo la Fundadora en los orígenes de esta familia DIC; seguir con entusiasmo renovado predicando la Verdad y portando de luz de Cristo, a todos aquéllos que en tinieblas, físicas, espirituales y culturales buscan, muchas veces sin saberlo, la claridad de la vida.
Una espiritualidad apostólica:
María en su especial dimensión de madre y de creyente, desempeña un papel esencial en la historia de la salvación. La sencillez y la discreción, la proximidad y la presencia, la acogida y la generosidad, son vividas desde la cotidianidad. Comprometerse con el proyecto de Eduviges al estilo de María significa colaborar sin protagonismo, llevar el mundo a Dios, tener espíritu de servicio, actitud de acogida, de misericordia... Las actitudes de las hermanas y las laicos-Dic que comparten el proyecto de Eduviges reflejan la espiritualidad de creyente, de fe, y de servicio de María.
Solidarios con los privados de luz:
Eduviges rompe los esquemas cuando se esfuerza por conseguir para aquellos privados de luz, el cuidado, la comida, la educación, la fe. Estamos llamadas a insistir en la acogida a los carentes de hoy: carentes de luz, de cultura, de la educación, de fe, como dimensión esencial de nuestra misión. Porque, hoy más que nunca, aumenta el número de pobres y marginados, -carentes de la luz de la fe, la cultura y la educación- a los que no se les anuncia el evangelio. Nos sentimos llamadas a recrear la experiencia de fidelidad a Cristo y a educar para la luz y para la solidaridad como poderoso instrumento de evangelización. El mundo nos interpela para ser portadoras de la luz de Cristo Luz del mundo para aquellos que muchas veces están tan cercanos a nosotras y están ansiando un rayito de la luz que les libere de las tinieblas.
Compartir la misión:
Hoy de cara al tercer milenio, las manos de la congregación se multiplican para dar luz. Las hermanas y los laicos-Dic levantan esta luz. Eduviges ofrece su espiritualidad y su misión a los laicos que trabajan en nuestras obras, a los niños y jóvenes que beben del manantial de Dios en nuestras obras, a los padres de familia, y a todos aquéllos que reciben o dan dimensiones espirituales en nuestras obras.
Lugar de fronteras:
Eduviges fue audaz para penetrar en ambientes quizás inexplorados, donde espera Cristo cegado de la luz física. Hoy se agudizan no solo las cegueras físicas sino otras cegueras: Cegueras de realización, de dignidad de hijo de Dios, de baja autoestima, de amor, de eternidad. Precisamos de audacia para ir a los espacios de frontera donde el evangelio no resulta accesible a los jóvenes, a las familias. Hacemos presencia en el mundo juvenil y en sus necesidades profundas con pedagogías y criterios de estos tiempos. Compartimos con los laicos estas preocupaciones y buscamos realizarla la tarea en equipo. Estamos caminando con esfuerzo en esto.
Entre los sueños y la realidad:
Puestos los pies en la tierra que pisamos hoy, somos conscientes de esta realidad: falta una clara opción -no excluyente ni exclusiva- por los más pobres y más necesitados, hay carencia de vocaciones, dificultad para intervenir en el mundo juvenil, insuficiente inculturación de algunas comunidades, relaciones no bastante ajustadas con la realidad, falta de pasión por el evangelio, celo por la salvación de las almas y por el ideal de santidad, para construir y vivir otro estilo comunitario... una vida de oración que afloja muchas veces, un apostolado ineficiente y a veces débil.
La realidad nos recuerda la distancia que existe respecto de nuestros sueños. Si éste fuera nuestro único punto de referencia, nos hubiera llegado el desánimo y la desesperanza. Nos formulamos la misma pregunta que María: "¿Cómo será esto realidad?". La respuesta del ángel conserva toda su validez: "Lo que es imposible a los hombres, es posible para Dios". Lucas 1, 37.
No ver la distancia entre el sueño y la realidad sería cerrar los ojos y quedarnos en el conformismo. Desesperarnos significaría dejar de confiar en la fuerza y el poder del Espíritu Santo. Esforzarse por dar pasos concretos en la línea de la espiritualidad de Eduviges y Domingo –cristocéntricos totalmente- es nuestro desafío y nuestra responsabilidad.
Las hermanas dominicas hoy, somos conscientes de nuestras limitaciones, pero también tenemos la convicción, que por nuestras venas, corre la sangre espiritual y audaz de Eduviges Portalet. Ella abrazaba a los pobres de las buhardillas después de buscarlos con sigilo y delicadeza les brindaba comida caliente, una cama tibia y que descubran en su acogida el amor misericordioso de Dios, que hacía posible arrancarles una sonrisa de gozo, el gozo de saberse amado que redime a cualquier hombre.


domingo, 27 de febrero de 2011

Santa María del Adviento

La Virgen María es sin duda una de las grandes figuras del Adviento. Ella es modelo e imagen inmejorable de la Iglesia que espera. Contemplar el icono de la Virgen embarazada es para nosotros, la Iglesia que peregrina en la historia, la mejor escuela para aprender a recibir al Señor Jesús que está llegando.
María permanece discretamente en segundo plano y su influencia lo invade todo. Su función en la ejecución del plan de Dios es importantísima y esta adherida completamente a la misión de su Hijo el Señor Jesús.
La escena de la anunciación ocupa constantemente el pensamiento de la Iglesia durante el adviento. Aparece con toda claridad la incomparable importancia de María en el plan de la Salvación. Según la tradición católica, el fiat de María, su "sí" rotundo al papel que Dios pensó para ella, tuvo importancia decisiva a la hora de realizarse el plan de Dios para salvar a la humanidad.
"Al abrazar con todo el corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con él y bajo él, con la gracia de Dios Omnipotente" (LG 53 y 56).
En la liturgia revivimos la escena de la anunciación, escuchamos el diálogo entre el ángel y la Virgen, vivimos el suspenso de aquel momento que precede a la palabra de consentimiento. Fue un momento de decisión que llamamos a veces el "momento de la verdad".
Se hace una opción, se toma una decisión y a partir de ese momento la vida toma un curso nuevo. Ponemos en marcha una serie de acontecimientos que afectan no sólo a nuestra historia, sino también a la historia de nuestros hermanos.
La Virgen María no dudó. Simplemente pidió una explicación: "¿Cómo puede suceder eso?". No había tiempo para pensar las cosas con profundidad. No era posible prever todas las consecuencias de su decisión. En realidad, la perspectiva debió de haber sido pavorosa, e hizo lo único que podía hacer en aquellas circunstancias: hizo un acto de fe y dijo sí a la propuesta de Dios.
Su respuesta no solo fue pronta y sin reservas, sino gozosa. Ella respondió con gozo a la buena nueva que le llevó el ángel. Ella aceptó el don divino a favor de todos nosotros y la humanidad asintió en ella a su salvación.
Para San Irineo, la obediencia de la Virgen remedió la desobediencia de Eva, y así aquélla se convirtió en la nueva Eva y en la abogada de aquella que había sido engañada por la serpiente. San Agustín decía que la Virgen María concibió al Hijo de Dios en su mente y en su corazón antes de concebirlo en su cuerpo.
María está presente a lo largo de todo el adviento. Ella posee el secreto de este tiempo. Adviento es el tiempo de la esperanza, y nosotros invocamos a Nuestra Señora como Mater Spei, o Spes Nostra Salve. Ella es la esperanza de la Iglesia y de cada uno de sus miembros. En su estado actual de gloria, unida perfectamente al Señor ella intercede por nosotros sus hijos.
"En ella la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención y la contempla gozosamente como una purísima imagen de los que ella misma, toda entra, ansía y espera" SC 103.
Siguiendo el modelo de María, Mujer de esperanza que supo acoger, como Abraham, la voluntad de Dios, esperando contra toda esperanza, la palabra nos invita a prepararnos para salir al encuentro del Salvador que viene a nosotros.
Los que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, somos animados a tomarla como modelo y a prepararnos "velando en oración y cantando en alabanza para salir al encuentro del Salvador que viene”.
María Madre del Adviento, ruega por nosotros.

domingo, 16 de noviembre de 2008

16 DE NOVIEMBRE

El 16 de noviembre marca en la historia de Eduviges Portalet su arribo a la mansión del Padre.

Ella que anduvo por los caminos de la historia siempre confiando en la providencia Divina, orante en los gozos y en las pruebas, adorando siempre a Jesús en el Sagrario, mirándose en el espejo de Santa María la Señora de la azucena virginal, llamada siempre Inmaculada... abrazada a la cruz y apostando, toda la vida por sus pobres, los ciegos de Toulouse, los sin luz de la historia a quienes buscaba en las buhardillas de la ciudad, se les acercaba con devoto respeto, casi en silencio, sigilosamente, con una sonrisa en el alma, con mucha ternura en el corazón para llevarlos en brazos hasta su casa. Camino a la casa tenía los ojos embelesados de gozo, el alma le sonreia. Ofrecerles casa, ropa limpia, comida y mucho cariño.
Un día como hoy llega a la casa paterna y disfruta del perfume, la pureza y el dolorde los pobres, de sentir la piel de los ciegos y sus manos frias, de acogerlos, de sonreirles con dulzura materna, de hacerles un día de fiesta entre tantos de tribulaciones...por que el cielo está en la tierra... aqui estan los pobres, aqui estan los ciegos, aquí los sin luz... aqui esta Dios.

Y esta lección conocida por Eduviges, como el abecedario cuando empezábamos a leer, la repasa sentada con la cabeza en el regazo del Padre Eterno, abandonada a su providencia, confiada totalmente a su amor.
Y el corazón de Eduviges que supo harto de adoración, se queda enamorado, con la mirada fija en un sagrario, con la vida enraizada en el Amor, en el Amor más grande, más hermoso, más puro y más perfecto que es el amor de Dios.

Hay dicha en su corazón, hay aprobación en la mirada de Dios. Perfecta armonia de la criatura y el Amado Divino, de la pequeñez y la grandeza, de la eternidad y la humanidad...nunca faltan los miliagros en la cotidianidad... Nunca falta el amor...