En el inicio del tercer milenio vio la luz el libro "De las tinieblas a tu luz admirable" fruto de la misma vena espiritual y del dedicado trabajo de las hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción: Inmaculada Hervée, Annick Dupuis, ex generalas de la Congregación; Melanie Díaz Alemán, Consejera General de la Provincia Santa Rosa del Perú, y María Eugenia Valdivieso Eguiguren, notable religiosa, de finísimo espíritu dominicano de la Provincia santo Domingo del Ecuador.
Este libro es una radiografía de la pluma y del corazón de la fundadora y marca una nueva etapa, de mayor profundidad, para descubrir a Eduviges Portalet, más cercana, más hermana, más madre y conocer rasgos concretos de su vida y de su personalidad que nos hablan de su proyecto, de sus ideales, de su espiritualidad, de su sueños, de su santidad; de aquélla mujer que encarnada en su tiempo y en una historia real, supo dar una respuesta concreta al llamado extraordinario de ser luz para aquellos que viven en la oscuridad, oscuridades de la fe, de la gracia, de la autoestima, de la educación, de la cultura y para anunciarles al Señor de la vida que es la luz de mundo y el sol sin ocaso, que viene a redimir todas las oscuridades.
Mientras nuestros ojos físicos releen algunos párrafos o textos de las memorias de Eduviges Portalet, intentaremos descubrir algunos rasgos o huellas de su vida para descubrir su pasión por Jesucristo y su pasión por la humanidad sin luz, aquello que la movió para vivir con radicalidad el Evangelio.
UN GRAN PROYECTO DE SANTIDAD
El sagrario fue siempre el punto de partida, el motor que generó la energía, la luz y la fuerza para todo el proyecto de Eduviges. Allí al pie de esa casita donde mora el mismo Dios, en los largos tiempos, en la dinámica constante y bilateral de diálogo y silencio, está la suave aurora de la familia religiosa de las Dominicas de la Inmaculada Concepción. Allí Eduviges aprendió la pedagogía del escuchar, del predicar, del silencio, la pedagogía del amar. Y para graduarse en estos temas de anclaje fue necesario, arrodillar siempre el corazón, hacer de la asignatura de la humildad un libro de cabecera, tener la constante de abrazarse a la cruz, todos los días y hacer del servicio el estilo y la bandera cotidiana.
"Cuando todos los que nos honraron con su presencia se despidieron, nos quedamos solas ante el sagrario. ¡Qué momentos tan deliciosos! Las tres hermanas estábamos arrodilladas juntas. Sentíamos que nuestra casa había cambiado de aspecto”. (DLT Pág. 55)
El tabernáculo fue central en su vida, ocupó un tiempo, un espacio y una motivación especial, siempre. En la cotidianidad la presencia Eucarística no tuvo nunca la nota de la rutina, siempre conservó la frescura de la novedad, de la creatividad, de la jerarquía del valor más alto de la persona real que vive en la casa religiosa bajo la apariencia sencilla de un pan, pero con toda su divinidad y poder, donde sólo una cuota muy grande de amor y fe nos hace ver con ojos claros la verdad. Y como el amor está hecho de las cosas pequeñas y de los detalles sencillos y prontos especialmente, fue siempre prolija en dar el primer lugar al Huésped Divino, en arreglar presurosa la Casita del Rey que todo lo torna en amor y luz, aquél que trae la esperanza y la alegría.
"Nos dimos prisa para que la capilla estuviera lista. Nuestra soledad estará poblada. Una casa sin el sagrario, está helada, está vacía". (DLT Pág.156)
En el momento de las pruebas y de la cruz, acude al Sagrario, porque tiene la certeza que allí encontrará el verdadero consuelo y la cura del corazón herido, que puede sucumbir al resentimiento o a la tentación egoísta de pensar sólo primera persona. Mirando al Dios real que se quedó en el Sagrario, encuentra al Dios que dio la vida por los hermanos. “Nadie tiene amor más grande que aquél que da su vida por los amigos”. (Jn 14, 13). Unirnos al proyecto salvífico del Señor nos hace partícipes del gran proyecto para toda la humanidad y este proyecto siempre pasa por la cruz.
En la entrevista con el Arzobispo para pedir la aprobación de la Regla, fue tratada con dureza, humillada y despedida: “saliendo de la curia, entre en la Catedral de San Esteban. Mis lágrimas corrieron silenciosas a los pies del Divino Prisionero del amor. Allí tome valor, y pensé que el camino de las humillaciones, es el mejor medio para que el Señor bendiga una obra. Cuando llegué a casa para compartir con la comunidad ya estaba tranquila”. (DLT Pág. 120)
El Señor Jesús en la presencia real eucarística, como prisionero del amor, se queda allí, majestuoso pero en silencio, en escucha y perfecta atención para los que acudan a ese manantial, a beber del agua que calma la sed. Y cuando se hace cotidiana la presencia de Eduviges en el tabernáculo, ella encuentra allí la fortaleza, la luz, el consuelo…y en sintonía con el amado Divino, de las dudas, nacen las certezas, de las tinieblas la luz, de las preguntas las respuestas, de las humillaciones las alegrías. Antes de dormir sellaba con un beso en el crucifijo todas las tormentas dejadas en el Sagrario.
“Es una constante en Eduviges recibir una prueba, una humillación, un silencio glacial, una tempestad de palabras, recibirlo de rodillas. Y cuando se levanta se retira de puntillas, despacito, como para no confundir el ruido de sus pasos con el laberinto de la tormenta, su camino es la oración: entra en una Iglesia, o se arrodilla ante el crucifijo; pero sobre todo busca un sagrario. Allí está su fuerza… aunque se trunquen sus planes y se hagan trizas sus proyectos no se derrumba el alma”. (DLT Pág. 123)
Es una mujer de oración, de oración constante, de oración confiada, abandonada siempre a la providencia. La mujer del diálogo, de la apertura al Señor de la historia, mujer de la palabra y de la escucha, del oído atento y de la escucha atenta. Mujer de la oración en la prueba, en el momento de la dificultad y de la cruz.
“¿Cómo exponer mi decisión? Oré con mucho fervor, esperando que el buen Dios me daría fuerzas para actuar y ánimo para soportar las consecuencias de esta decisión”. (DLT Pág. 69).
En la toma de decisiones, en el proceso mediante el cual se realiza una elección entre las alternativas o formas para resolver diferentes situaciones, Eduviges dobla las rodillas y el corazón al pie del tabernáculo para aguzar el oído y escuchar la voluntad de Dios. Allí aprende también a escuchar y a poner en la dinámica a toda la comunidad para tomar decisiones, y siempre lo hace con serenidad. La serenidad es aceptación y confianza, tranquilidad y fe, tanto en uno mismo como en las circunstancias que nos rodean que han ocurrido, ocurren y ocurrirán. Aceptación es: valoración, agradecimiento, comprensión de que lo que ocurre cuando es producto de largos momentos de escucha al Señor.
“Primero, largas horas al pie del Sagrario, tampoco lo hacía sola, analiza y consulta con su asistenta madre Francisca y luego se une a la comunidad y todas oran. No se precipita. Procede con calma”. (DLT Pág. 146)
Para una nueva fundación se siente urgida por las necesidades que ve, por lo que percibe su corazón como un llamado fuerte para continuar la voluntad del que la creó. Consecuentemente, para el establecimiento u origen de algo pone en el corazón de sus hermanas estas urgencias.
“Las hermanas asignadas a la fundación de Saintes y toda la comunidad, hacen un retiro antes de partir a su destino. (DLT Pág. 150)
En 1894 viajó con la comunidad a Fanjeaux donde se abrió una escuela y un taller. Recibieron el convento de Santo Domingo con todo su mobiliario.
“...se habían preparado con un retiro para este emotivo encuentro”. (Pág. 223)
“El padre Román celebró la santa Misa, a las cuatro de la mañana. Era la despedida, asistió toda la comunidad”. Partida al Ecuador. (Pág. 212).
LA COMUNIDAD, SU FAMILIA
Fuimos creados para vivir en comunidad, en familia y el creador es en esencia comunidad divina, crea al hombre y a toda persona humana con el sello de comunidad, el tinte propio de familia…no fue creado para vivir solo, sino para realizarse en familia.
La comunidad es un estilo muy suyo, muy propio, de Eduviges quien tenía en sus fibras más intimas la vocación comunitaria, la comunidad es su familia, el íntimo ejército de comunes sueños, proyectos e ideales.
Como constructora de la comunidad es “detallista y le pone el acento personal a todo. Muy centrada en las personas, escribir el nombre de cada hermana, la identifica con sus cualidades y con sus "lados débiles". Las describe en sus Memorias que revelan cuánto las conoce”. (Pág. 115)
“El amor toma en Eduviges diferentes formas a veces la palabra llena de sabiduría, en ocasiones la tolerancia y el perdón; en otras la justicia y siempre la esperanza. (Pág. 116).
Confía en las hermanas. La confianza es una actitud que concierne al futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción del otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse, es el cheque en blanco dado a la hermana.
“Domingo de Ramos de 1877, esperan la visita del Señor Arzobispo. Será el punto de partida para la aprobación de la Congregación. Será el punto de partida para la aprobación de la congregación. Se tiene nerviosismo y una tensa expectativa.
Eduviges atenta a todo y a todas, pone un toque de serenidad con una mirada y su sonrisa, signo inalterable de paz. Mientras tanto, ella mismo confiesa en sus Memorias: “por dentro mi corazón latía con violencia, como si fuera a estallar”. (Pág. 129)
La confianza no nos separa de la realidad, nos hace mirar hacia adelante con las plantas de los pies puestas en tierra concreta. Se vive el hoy, el presente, siendo conscientes del ayer o del pasado y mirando con esperanza, sin miedo al futuro. Aceptar las limitaciones propias y del otro es la actitud de comprensión que nace de la tolerancia y sobre todo del amor. Aceptar que la infidelidad toca las puertas de nuestros apegos y de las tentaciones y que producen dolor, exigen una reflexión y el precio de un morir punzante.
“la comunidad nace, crece y vive en cada vocación. La comunidad muere en cada miembro que se va. "la infidelidad, dice, es otra manera de morir". Y para ella, es este el dolor más punzante”. (Pág. 138)
“Se empeña en "formar comunidad". Huye del aislamiento. Persiste hasta el heroísmo por re-unir, superando las barreras que le salen al paso como montañas de egoísmo. Es que lleva dentro el germen de un carisma alimentado por el perdón, la caridad, el encuentro, el servicio, el amor”. (DLT Pág. 190)
En asuntos de envergadura, no obra sola. Consulta a la comunidad. Para el proyecto de extenderse hacia América. Pág. 209
El hábito dominicano, blanco y negro siempre estuvo cercano a Eduviges. Toulouse es tierra de fuerte toque dominicano. La Congregación nace en el corazón de estos colores dominicanos. No es solo la tradición o los colores, es sintonizar con la espiritualidad de Domingo, predicar el Evangelio a aquéllos que mueren en la fría noche de la oscuridad y que tienen ansia de la luz sin ocaso, el calor de la misericordia y de la Palabra que te dice, ve y camina, ve y predica. La Afiliación a la Orden de Predicadores, se concretizó el año 1884.
“Quince años de trabajo, ha puesto todo el valor de su fe tenaz, todo el detalle de su ser femenino, toda la entrega de su ser femenino toda la entrega de su el amor de su corazón consagrado, para dar solidez a la espiritualidad de su pequeña y amada Familia Religiosa". (Pág. 179)
Cuando se trata de defender el bien de la comunidad, lo hace con valentía y entereza y sin acciones dubitativas. Defiende la verdad y la justicia con la fuerza de los sin miedo y afronta el precio de no tranzar con el bien común o el bien de los más olvidados. Tal es el caso de su presencia ante el Arzobispo de Toulouse para desmentir falsas acusaciones. Ama la verdad y defiende la verdad y es abanderada de la justicia e iza estas banderas sin temores ni concesiones.
"Fui con respeto y calma y proteste por las falsas acusaciones. Parece que la Verdad posee un tono particular que persuade" (Pág. 121)
Ante los conflictos por las intrigas de una hermana con referencias carentes de toda verdad y con acusaciones duras que fueron tomadas al pie de la letra por las autoridades mayores de Marsella, Eduviges conserva la serenidad, busca las alternativas de solución, pero después de hacer las gestiones que iluminen con la verdad, queda el paz y en calma, nada la perturba, pues sabe que el Señor sabe todo, todo lo conoce.
“Escribí para justificarme, dice. No recibí respuesta. Dios era testigo de mi inocencia y eso me bastaba. En adelante guardé silencio”. (Pág.75)
En el día a día de la comunidad las hermanas comparten las vivencias, las alegrías, sufrimientos, trabajos, logros, incertidumbres con Eduviges quien con oído y corazón de madre les escucha y comparte todas estas experiencias con una gran filosofía de sencillez. Ella sabe que en la sucesión de los minutos, de la tarea y del amor a Dios y a los hermanas se construye el edificio de la comunidad para construir la comunidad del amor que se afinca en la humanidad. Ella tiene muy claro la necesidad de formar y defender la comunidad y su vida donde se fragua la santidad de cada una de las hermanas y del pueblo.
“Cada hermana prometió trabajar por la perfección del edificio común, la Congregación”. Es la tónica de sus exhortaciones, de sus cartas, de su ejemplo: “Construir juntas el edificio común, que es la comunidad”. (Pág. 132)
Pensar siempre en segunda y en tercera persona antes que en primera persona es propio de un estilo de vida que nace de colocarse siempre a los pies de su Dios en el Sagrario y en el servicio. De este ejercicio que llevó a la práctica diaria, se graduó en la finura y el trato con sus hermanas y con los pobres, en nota siempre de exquisita caridad.
Los detalles fraternos como compensación por su sacrificio, otorgarles el privilegio de ser las primeras en vestir el hábito dominicano, (aún antes que la madre fundadora) Pág. 212
Como animadora de la vida comunitaria no cesaba a tiempo y a destiempo, como el apóstol, de invitar a sus hermanas a captar "la hora de Dios". La hora de Dios implica a hundir nuestras raíces y corazón en el Dios uno y trino para ser hombre y mujeres de fe, esperanza y caridad. Sin fe coherente y fuerte, sin esperanza creciente y gozosa y sin una caridad viva y real es difícil saber leer la hora de Dios.
“Dios tiene su hora, no tenemos derecho a adelantarnos a ella; mucho menos a escudriñar sus designios”. (Pág. 220)
Atenta al crecimiento y desarrollo de la obra busca los recursos espirituales y materiales para incrementar la obra apostólica y responder a la llamada de Dios a su corazón. Es un testimonio de trabajo, de esfuerzo y de valor, trabaja poniendo la cuota de esfuerzo personal, ora, adora, conversa, dialoga, pide, hace esfuerzos, busca recursos. Sabe combinar la dimensión espiritual con la creatividad material, más allá del “que dirán” y de los tabúes humanos, para superar dificultades económicas y de toda índole, por ejemplo en la fundación de Saintes y Fanjeaux, hace tentativas, busca recursos, empréstitos apoyos, caminos.
“Volvió a escribir a la señora de Thézac proponiéndole que compre una casa perteneciente a una comunidad religiosa que se retiraba…” DLT 147
Cuando la obra educativa, la misión de la comunidad está en incertidumbres por las situaciones políticas del gobierno, por los tiempos difíciles que se vive, aprovecha para reforzar la tarea pedagógica con sus hermanas, no desaprovecha ningún momento, hace de cada tiempo una oportunidad para seguir desarrollando a su familia religiosa.
“Aprovechó para profundizar pedagógicamente comunitariamente, para puntualizar los valores escondidos en el silencio, en la intimidad conventual, lejos del ruido de afuera: oración, trabajo manual, estudio”. (Pág. 221).
Eduviges es la mujer de la misericordia. La misericordia es una actitud bondadosa de compasión hacia otro, es la actitud de comprensión del ofendido hacia el ofensor o del más afortunado hacia el más desposeído. Es la compasión por los que sufren, que impulsa a ayudarles a ser benévolo con el otro.
"Eran hondas las entrañas de su misericordia". Esa misericordia que entra en comunión con el misterio de las personas y de las circunstancias. Que supera la óptica demasiado estrecha de la norma precisa de la justicia, y que sabe percibir, aunque este deformada, la imagen de Dios en el ser humano. Su mirada benévola, no era indecisión ni cobardía; era una mirada de largo alcance, porque era misericordiosa. (Pág. 256)
La corrección fraterna, no es un juicio, es una observación, un consejo de profundo amor y delicadeza, un deseo verdadero de salvar al hermano, buscando que esta se transforme en delicada fraternidad, donde este presente el amor para oír y comprender. Cuando Eduviges corrige se muestra caritativa pero firme.
“Era como una tempestad, como un viento impetuoso. Pero su corazón pronto recobraba su natural bondad y sabia aplicar el bálsamo, allí donde su deber le había forzado a provocar una herida”. (Pág. 256)
La formación es la tarea pedagógica que directa o indirectamente hará posible el desarrollo de la persona, de las instituciones y de la sociedad en general. Las acciones concretas como el diálogo, la explicación del por qué de las cosas, las conductas solidarias y positivas, la convivencia, los valores, la práctica de los buenos hábitos y el ejercicio de las virtudes son pautas que hacen a la construcción de la persona humana.
Una de las mayores preocupaciones de Eduviges la formación de las hermanas. Lo hacia ella misma en exhortaciones constantes, según Francisca Lohier "su palabra era tan sabia como la de los mejores predicadores".
Buscaba la ayuda de Padres, de notoria preparación y calidad espiritual, (P. Boucanier SJ., P. Maugenest OP, P.Rossini OP., Canónigos como: De Pons, Massol, Andrieu). Varias hermanas estudiaron una carrera sistemática del magisterio. (Pág. 171)
La magnanimidad o grandeza de alma, se aplica a las grandes personas. El magnánimo es el que se siente digno de las cosas más grandes y un corazón conforme a la virtud. Un corazón magnánimo supone siempre lo grande, como la belleza, el bien y la verdad.
Despedir a una hermana le cuesta. "Siento el corazón desgarrado y oprimido". Es más inclinada a la magnanimidad y a la misericordia; pero también cuida de no traicionar la verdad y en bien común. (Pág. 115)
Como fundadora y priora General, Eduviges Portalet escribió a sus hermanas que estaban lejos. Era una manera de acercarse a cada una, un recurso para establecer una maternal sintonía con sus hijas. (Pág. 219)
Guardo especiales sentimientos de afecto para las hermanas de afecto para las de la Provincia del Ecuador. Algunos rasgos de su nota epistolar dice:
Crezcan Hermanas, crezcan... que sus ramas cobijen muchas vidas, sin olvidar que son semilla pequeña.
Nuestro carisma nació con el sello de lo insignificante, en las noches calladas de la ceguera ....
Era la semilla, que mientras más se oculta, más engendra.
Es en la sencillez donde está la grandeza.
Cuanto más crezcan, dense más ...Es la perenne siembra... (Pág. 219)
LA MUJER FUERTE
La pobreza es uno de los consejos evangélicos del mismo Jesucristo, el siendo rico se hizo pobre, nació en un pesebre para decirle al mundo que la riqueza está en el corazón del hombre. Desposeída de todo lo material, Eduviges es una mujer pobre totalmente y se abandonó totalmente a la Providencia.
Carente de recursos Eduviges empezó de cero en una ciudad desconocida. Apoyada en la Providencia Divina y gracias a su gran capacidad de relación humana, establece contactos con la iglesia, con las autoridades, con la gente. Trabajadora, ejecutiva, valiente, se va abriendo caminos hasta consolidar su obra. La solidaridad comunitaria es su fuerza; la sencillez y humildad son sus cartas de recomendación.
No dejó que el desengaño, la dejadez ni el pesimismo invadan el ámbito comunitario, siempre animosa optimista y alegre, infundía en sus hermanas valor y esperanza. (Pág. 220)
Eduviges reconociendo la bondad de Dios se goza y relata en sus Memorias el crecimiento y el progreso de la Congregación. Sabe que Dios es puro amor y que la ama inconmensurablemente.
Pero -según dice Francisca Lohier- "no habla de su abnegación, de sus privaciones, de su dedicación sin límites a la obra. Ni siquiera se puede imaginar las invenciones de su caridad para con sus queridos ciegos. Una madre no hubiera hecho más". (Pág. 60)
La entereza y tenacidad de la personalidad de Eduviges, le daban firmeza a su ternura, fuerza a su sencillez, fortaleza a su simplicidad. La tenacidad es renombrar las actitudes y formas de actuar y virtudes con la firmeza y la constancia para obtener un resultado final.
Nada le vence: con el mismo entusiasmo se la encuentra en la cocina o en la ropería remendando ropa, como organizando el instituto, buscando planos para la construcción de la Casa Madre; dedicada a la instrucción y formación de las religiosas "a quienes hablaba, con más elocuencia que muchos sacerdotes." (F. L.)
Gracias a su valiente decisión logró mover las fuerzas vivas de la ciudad metropolitana de Toulouse.
No es conformista. Busca mejorar el ambiente y la calidad de la obra apostólica. Si el local queda estrechó, busca otro: Casa de Nazareth. (Pág. 125)
Providencialmente, un desconocido le entrega el dinero necesario para la compra de un terreno donde construirá la casa Madre. (Pág. 126).
Amplia la obra apostólica: Instituto de ciegos, Taller para obreras ciegas, Escuela para niñas videntes. Apoya y estimula los afanes de la hermana Procuradora, a la que llama "la madre abeja". (Pág. 128)
Muchos planes en los que emprende Eduviges Portalet llevan el sello del éxito; pero en otros, llega también la prueba, la contradicción. "las fundaciones no se hacen sin dolor". (Pág. 146)
El optimismo y el valor no desaparecieron del corazón de M.E. Habiendo templado su ánimo en tantas y tan duras contrariedades de la vida, mantuvo siempre en alto la esperanza y estaba constantemente alerta a las insinuaciones de Dios. (Pág. 209)
EN MANOS DE LA DIVINA PROVIDENCIA
Eduviges es una mujer despojada de todo bien material y no material, nada para ella, todo para sus hermanas y para sus ciegos. Todo tiene un valor grande: una ropa usada pero limpia, zurcida pero sin arrugas; un viejo molino que se convierte en un hogar acogedor; la salita sencilla convertido en el palacio del rey soberano, Eucaristía y milagro. Y como es el rey, ponerle las primicias del jardín. Vivir sin apegos, el corazón posesionado sólo por Dios. Soporta serenamente la incomodidad: casas estrechas, cuartos húmedos sin puertas ni ventanas, escasez de abrigo en invierno, comida frugal. Una vida bajo las reglas de la más estricta economía. Pero su ánimo, siempre es feliz.
“La santa pobreza era nuestra compañera inseparable”.
En Saintes y en Toulouse, la comunidad, como hacen los pobres, se ayudaba con precario y modesto trabajo de costura. La pobre hermana ecónoma no dormía. Pero Eduviges, jamás desconfiaba de la divina providencia. (Pág. 171)
"La divina providencia vela por nosotras con amor maternal y atiende amorosamente nuestras necesidades. Cuando yo mas desolada me encontraba, porque todo faltaba y nada había, algún visitante, muchas veces incógnito, golpeaba la puerta para socorrernos". (Pág. 260)
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